Hace unos días, un fanático religioso y político cometió una matanza en Noruega, matando a más de 90 personas en dos ataques en diferentes puntos del país. Este ataque es, en muchos aspectos, muy parecido al que ocurrió hace dos años en la base militar de Fort Hood, Texas. En ambos casos, el autor de los atentados era una persona aparentemente normal, que había ido larvando un resentimiento desproporcionado hacia la sociedad a la que pertenecía y su visión del mundo se había ido distorsionando. En algún momento de sus vidas entraron en un círculo vicioso en el que esa visión distorsionada de la realidad empezó a fanatizarlos, y ese fanatismo aumentaba la distorsión con la que veían en mundo.
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