Desde la filtración de los papeles del Departamento de Estado estadounidense por parte de Wikileaks, han corrido ríos de tinta sobre las implicaciones de lo que en ellos se revelaba. En los cables secretos se habla sin tapujos sobre la situación política, económica y judicial de muchos países y sobre las operaciones que los diversos representantes americanos realizan en ellos para recabar información o influir en diversas políticas internas.
Algunos pueden pensar que las repúblicas bananeras, donde gobiernos y compañías extranjeras son las que tienen el poder real sobre las decisiones importantes del país, son un fenómeno que ocurre lejos de Europa, en lejanos países centroamericanos y africanos. Pero resulta que no. España es también una república bananera. Y lo peor no es que lo sea. Lo peor es que nos da igual.
Algunos pueden pensar que las repúblicas bananeras, donde gobiernos y compañías extranjeras son las que tienen el poder real sobre las decisiones importantes del país, son un fenómeno que ocurre lejos de Europa, en lejanos países centroamericanos y africanos. Pero resulta que no. España es también una república bananera. Y lo peor no es que lo sea. Lo peor es que nos da igual.